jueves, 27 de enero de 2011

El color del cristal y los ojos que miran


Por Andrés Rojo Torrealba

Es bien sabido que las cosas varían de acuerdo al color del cristal con el que se las mira, pero se presta menos atención al hecho de que, además del cristal que hace de filtro, la opinión sobre las cosas se modifica según la mirada que se ponga sobre ellas.  Y como es imposible que cada persona pueda ver por sus propios ojos lo que sucede aun en su propia sociedad, es inevitable que dependa de los medios de comunicación para poder mirar.

Los medios de comunicación son, como lo dice su nombre, una herramienta para comunicar a la gente con su entorno, son un nexo pero al mismo tiempo carecen de neutralidad ya desde el momento en que hacen una selección de las informaciones disponibles para entregar; son intermediarios y al realizar esa labor de intermediación se interponen entre el observador y lo observado.

Esta situación que no es de responsabilidad de cada medio sino consecuencia directa de su pura existencia no es solamente asimilable al color del cristal con el que se mira, sino que trasciende esa condición para ser directamente los ojos que miran, desde el lugar de la mente de cada una de las personas que compone el público.  Por eso es que no es vano conocer qué hay detrás de cada medio de comunicación y educar a la opinión pública para que, al momento de exponerse a los contenidos que se le ofrecen, sepa restar el filtro propio del medio de su propia capacidad de discernimiento y logre un mayor acercamiento a la realidad.

Un ejemplo: Mi hija de siete años me declaró que estaba agotada de las campañas publicitarias de la Teletón. Por el solo afán de comparar mi experiencia personal con la suya, descubrí que la Teletón se ha realizado en 22 oportunidades a lo largo de 32 años, y que en 1985 incluso se habló de que sería la última porque no se requerirían más fondos.

No es de buen gusto criticar esta iniciativa, pero no deja de llamar la atención la cantidad de espacio que se le destina a esta campaña en contraposición a la escasa cobertura que se da, por ejemplo, a lo que está ocurriendo en Isla de Pascua.   Hay que recordar que los mapuches presos tuvieron que extender su huelga de hambre por más de dos meses porque al término del primer mes de su protesta no se había escrito ni una sola palabra sobre su situación.

Los damnificados del terremoto o las víctimas de la inescrupulosidad de algunas empresas constructoras también se ven obligados a salir a la calle para que recién se les escuche, que es apenas el primer paso para lograr soluciones a sus problemas. La señal entonces es que hay que arrojarle la realidad a los ojos de los medios de comunicación para que el público se entere de lo que pasa, lo que siempre es un riesgo para la estabilidad política y social.

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