sábado, 26 de febrero de 2011

Terremoto del 27 de Febrero en Chile: la conversación que no tuvimos

Por Mauricio Tolosa Twitter: @mautolosa

Hace un año, la defensa nacionalista de Don Francisco fue, para muchos, motivo de orgullo. Que lloráramos, nos conmoviéramos, teletoneáramos estaba bien; pero realizar las preguntas más profundas y obvias después de una catástrofe de esa magnitud, no era aceptable a riesgo casi de ser acusado de antipatriota. Un año después pagamos, con un Chile dividido y confundido, enfrentamos las consecuencias de no haber realizado aquella conversación. Todavía es tiempo, porque la tarea que queda es mucha.
A continuación la columna de aquellos días:

Habitualmente, las catástrofes naturales o humanas abren espacios para preguntarse de manera más activa y penetrante. Sucedió en Estados Unidos, después de los Huracanes Andrew o Katrina,  y también en América Latina con los intensos debates y reflexiones sobre el estado de la sociedad, después de los terremotos de Managua en 1972 y  de la Ciudad de México en 1985, o del Huracán Mitch que desoló, en 1998, a Nicaragua y Honduras. 
Por esto, quizás no es tan sorprendente que luego de visitar la zona del desastre en Concepción y recoger impresiones y testimonios, Jorge Ramos, destacado periodista y conductor de Univisión, escriba un artículo titulado “Dos Chile Tras el Sismo”, donde señala “que en realidad hay dos Chiles” y uno de ellos, el más pobre, apareció cuando el terremoto  corrió el velo de la ilusión.
Lo que sí es sorprendente, es la respuesta de Mario Kreutzberger, el popular Don Francisco de Sábados Gigantes que descalifica de entrada las opiniones de Ramos. Aunque titula su nota “Con respeto”, a continuación de realizar una especie de autocrítica a la simplificación de sus opiniones en alguno de sus propios viajes a países en “situación de excepción”, concluye “me pregunté cuántas veces también me habré equivocado”.
No se trata de quién tiene la razón. Si quién dice que no puede ser la presidenta de un país la que deba “decretar” si hay tsunami , o que los sistemas de alerta no funcionaron y costaron las vidas a cientos de personas, o que el bello aeropuerto de Santiago estaba diseñado para París donde no conocen los temblores, o que los saqueos fueron por desesperación o por codicia, o que los vecinos se hayan armado y encendido hogueras para protegerse de los asaltantes, o que miles de chilenos solidarios viajaron espontáneamente desde cientos de kilómetros hacia las zonas afectadas llevando ayuda, o que se recaudó una cifra record de ayuda en una “teletón” solidaria. 
Lo importante, hasta por razones terapéuticas, es establecer la conversación, levantar las preguntas. El problema es que Chile tiene una auto percepción coagulada y defendida conscientemente por los administradores de imagen del modelo. Una imagen que se administra con mayor facilidad reposando sobre el pánico a disentir, al que tiene una visión diferente, al que cuestiona el estado de las cosas, al que hace preguntas más de fondo.
Las evidentes observaciones de Jorge Ramos, las obvias preguntas que surgen de las mismas, no están presentes en los medios de comunicación masivos de Chile. En la cobertura del terremoto, la televisión, se ha preocupado más de la mal llamada “nota humana”, que mantenga la sintonía a través del horror o de la gloria, que de buscar explicaciones, o de preguntarse y abrir perspectivas.
En los medios chilenos, de debate y conversaciones nada. Peligroso estado de silencio y bloqueo del diálogo, cuando se requiere desatar la creación e imaginación para renovar el desarrollo y devolver el impulso a regiones donde el desastre dejó pérdidas materiales por 30.000 millones de dólares.
Pareciera que los chilenos, particularmente quienes detentan el poder de los medios de comunicación y los de ese “10% más acomodado que acumula más de la mitad del ingreso”, del que habla Jorge Ramos, pueden aceptar que se mueva la tierra y bote edificios, puertos y aeropuertos, pero no que bote la imagen de Chile que han y se han construido.

jueves, 24 de febrero de 2011

Democracia y comunicación: lo normal está tergiversado


Por Mauricio Tolosa Twitter@mautolosa 
Ayer, fueron detenidos durante varias horas, por Carabineros de Chile, unos jóvenes que caminaban con carteles y banderas por el Paseo Huérfanos. Sí, leíste bien, caminaban por un paseo peatonal. No estaban cortando el tránsito, no se habían tomado la calle, caminaban por un paseo peatonal. Algunas horas más tarde otros jóvenes fueron reprimidos en Viña por pedir una gaviota para Calle 13 en el contexto de un festival de música.
 
Los del paseo Huérfanos, antes de ser detenidos habían sido reprimidos con lo que en la mayoría de los países se llama cañón de agua, y al que en Chile damos el simpático nombre de “guanaco”. Acá, su uso nos parece normal; en la mayoría de los países democráticos el uso del cañón de agua o de bombas lacrimógenas se reserva sólo para situaciones extremas, es equivalente a usar un arma. No quiero explicar por qué acá es normal, o de dónde viene, o por qué somos así: quiero dejar claro que en democracia es inaceptable. La brutalidad del estado contra un grupo de jóvenes que quieren plantear su punto de vista nos degrada como personas y como sociedad.
Fueron detenidos y reprimidos “por estar defendiendo Isla Riesco”. Y de alguna manera, en esa frase se cuela otra dimensión de lo normal: cuando uno lucha “por algo” es normal ser reprimido o detenido.  Sí, efectivamente, es normal ser detenido y hasta asesinado cuando uno lucha por algo, en una dictadura. En todas las últimas declaraciones de Estados Unidos sobre las rebeliones en el “Mundo Árabe” se subraya “el derecho a reunirse, manifestarse y expresarse libremente”. ¿Por qué eso es distinto en Chile? ¿Porque aquí estamos en democracia? Sería la paradoja más absurda. No es normal ser arrestado y golpeado por llevar un cartel en una democracia.
Urge que nos saquemos la dictadura de la cabeza y el corazón: es escandaloso, que un grupo de jóvenes o un ciudadano sea reprimido por portar un cartel o por pedir una gaviota. Lo normal, es que habitemos un país donde las personas pueden caminar, pensar y decir lo que quieren sin miedo: el derecho a la comunicación nos constituye como seres humanos. Lo normal, es que todos podamos ejercer el derecho a plantear pacíficamente nuestra posición, en los medios de comunicación, en las redes sociales, con carteles o con canciones. Lo normal es que las calles y plazas sean el espacio de reunión, de expresión y convivencia de la ciudadanía.
No importa si es por la gaviota a Calle 13, Isla Riesco, el Gas, Alto Maipo, las reivindicaciones laborales, el apoyo a la disidencia en Cuba o en Libia, el aborto, la prevención del sida, los pueblos originarios, el pase escolar, la igualdad de la mujer o la calidad de los servicios: los ciudadanos tienen derecho a manifestar lo que piensan. El derecho a la comunicación es básico y elemental, nunca podemos dejar pasar por alto su violación. Sin derecho a la comunicación no hay posibilidad de conversar, no hay democracia, no hay comunidad nacional.

lunes, 21 de febrero de 2011

Diagnóstico, el inicio de la solución


Por Mariluz Soto Hormazábal

El diagnóstico es esencial para buscar las soluciones, para definir las acciones necesarias. Es el inicio del camino a las soluciones.

Frente a un problema, la confianza es depositada en la experiencia de los profesionales.  En la medicina se relata al médico todos los síntomas y en conjunto con los exámenes pertinentes se espera que los años de práctica o su capacidad de análisis y asociaciones se vea reflejado en un diagnóstico acertado. En la comunicación, una organización, una comuna, región o un país también espera al exponer todos los factores e indicadores, que se realicen las acciones y búsquedas necesarias para obtener el primer acercamiento a la solución . En los dos casos, el centro son las personas.

Es posible imaginar un problema como una serie de síntomas e indicadores que van aumentando según el tiempo o hechos que transcurren, cada uno de estos es un nivel que indica la intensidad y profundidad. Como en la medicina, también en la comunicación mientras más avanzado esté el problema más grave se torna la situación, más complejo el análisis y las opciones de mejora.

El “paciente”, vuelca todo, cabeza, corazón y cuerpo en entregar la información, dar todas las pistas necesarias para contextualizar al experto en el problema o cadena de situaciones.  La responsabilidad está en captar y buscar toda la información y definir las acciones, a través de escucha y observación estratégica, análisis y asociaciones que permitan entender al “paciente” y sus interpretaciones de los determinados estímulos, y también, a la capacidad de comprender cada palabra, gesto y movimiento como acciones complementarias, generando una visión global y panorámica. Todos los fragmentos desordenados y separados del puzle son tomados y generan una gran pieza: el diagnostico.

A partir del diagnóstico, se genera  un tiempo y espacio de soluciones y acciones determinadas y coordinadas transformadas en un esqueleto invisible que configura a las personas y genera los escenarios óptimos para el camino de las soluciones y mejoras.

viernes, 18 de febrero de 2011

Un cartel es comunicación, no un delito


Por Mauricio Tolosa, en Twitter @mautolosa

Ayer, entre las noticias revueltas de Dichato, de marinos en las calles, de los detenidos que eran 30 y después 8 y al final no supe, de los numerosos helicópteros revoloteando, del presidente que “llegó en son de paz”, escuché pero deje pasar, algo básico relacionado con el derecho a la comunicación: un señor que fue detenido por portar un cartel.

Afortunadamente, las redes sociales están llenas de amigos alertas, que no dejan pasar detalle. Esta mañana, en mi cronología TL de Twitter, me llamó la atención un tweet de Victoria Uranga “Qué perdido anda el gobierno si le tiene miedo a la gente que expresa sus ideas. Un cartel no es amenaza es un mensaje”.

Lo que me llamó la atención no fue que “el gobierno ande perdido”, -que es un punto discutible y sobre el que pueden existir distintas opiniones-, sino que Carabineros hubiese detenido a una persona por andar con un cartel. Un cartel es una expresión de ideas, -más o menos afortunadas- pero una expresión de ideas que nadie puede coartar. Recordé que hace unos meses, mientras los mapuches estaban en huelga de hambre, Carabineros detuvo a unas religiosas que caminaban con un lienzo.

En Chile nos hemos acostumbrado a dejar pasar por alto la violación de los más mínimos derechos ciudadanos sin sorprendernos, expresarse mediante un cartel o mediante una manifestación pacífica, no puede ser reprimido. Es la expresión de los ciudadanos, aún más imprescindible en un país donde todos los canales de televisión abierta y todos los periódicos cotidianos de circulación nacional profesan la misma ideología que el gobierno. El derecho a la comunicación, a ser escuchado y tomado en cuenta, a expresar sus ideas y ser parte de la conversación pública es la esencia  de la democracia.

sábado, 12 de febrero de 2011

Revolución de la Paz en Egipto: esperanza para el Mundo Árabe y la humanidad


Por Mauricio Tolosa  twitter @mautolosa 

El estereotipo septiembre 11
Desde el atentado a las Torres Gemelas del 11 de Septiembre de 2001, los medios de comunicación internacionales habían profundizado en los prejuicios y estereotipos que mostraban la imagen de un mundo árabe homogéneamente violento. Esto parecía asociado a una especie de “psiquis islámica” intrínsecamente  sectaria e intolerante, que había llevado a un paisaje del mundo árabe que sólo admite caudillos autócratas de origen militar o religioso, apoyados por las potencias occidentales o por Dios.
Quizás era una manera de seguir justificando desde la moral occidental, una de las guerras más públicamente injustas y mentirosas de la Historia, la de Irak, iniciada contra la opinión de los organismos y opinión pública internacionales, fundada en una red de mentiras que bajaban desde la misma Casa Blanca, justificada por la búsqueda de armas de destrucción masiva y conspiraciones nucleares que sólo existían en las mentes de los equipos militares y políticos de Bush, Blair y Aznar. 
Durante una década, en los medios noticiosos, los terroristas asesinaban y las turbas de fundamentalistas quemaban banderas occidentales; mientras en Hollywood, en las películas y series, los islámicos superaban ampliamente en el papel de villano principal a narcotraficantes mexicanos y colombianos. A la narrativa mediática masiva, “noticiosa” o de ficción, le gustan las cosas simples y vistosas, los buenos y malos. No caben los millones de ciudadanos y activistas del Mundo Árabe, que cotidianamente sufren y luchan contra la opresión y represión de los tiranos y terroristas militares y religiosos.
La renovada fuerza de la Paz
El ingreso al escenario mundial de la multitud de la paz y el cambio, que ocupó las plazas y calles de Egipto con persistente paciencia, durante 18 días, representa la oportunidad de un cambio radical desde la perspectiva de los grandes estereotipos y prejuicios que guían la opinión pública mundial. Y sabemos, que desde la masificación e instantaneidad de los medios, la opinión pública y los medios internacionales definen la agenda política internacional.
En Egipto, la enorme comunidad ciudadana y pacífica, se congregaba y comunicaba, ponía en común sus ideas y sus emociones y realizaba acciones muy simples: estar en un lugar, caminar, celebrar, rezar, cantar. La fuerza tranquila exigiendo decididamente el derecho a construir un mejor futuro. Cuando un extraviado Mubarak intento arrebatarles el triunfo, surgió el grito espontáneo de la ira, pero no se canalizó a hacia la destrucción o los movimientos violentos que algunos comentaristas de medios imaginaron. Al contrario, más gente salió a las calles al día siguiente, el de la plegaria, y rodearon los edificios más emblemáticos del gobierno, el Palacio Nacional, el de la Televisión Estatal, la Casa Presidencial.
La Revolución Egipcia restituye la dignidad y el orgullo al Mundo Árabe en más de una manera, y  trasciende las fronteras del Islam. En una época de desconcierto y crisis de las instituciones políticas y religiosas devuelve la fe a los movimientos libertarios y ciudadanos del mundo y demuestra la eficacia de la paz activa y disciplinada, en una dimensión comparable a la del movimiento de Gandhi para alcanzar la Independencia de India del Imperio Británico.
No olvidemos a los 300 ciudadanos Egipcios, que a diferencia de los de Esparta, pusieron sus pechos abiertos frente a las armas, garrotes y machetes, y ofrendaron sus vidas para que mediante la paz se abra el camino hacia una mejor humanidad.

jueves, 10 de febrero de 2011

Audio admite duda, pero la imagen condena a la Intendenta



Por Mauricio Tolosa  en Twitter @mautolosa

Cuando escuchamos el audio de la reunión de Jacqueline Van Rysselberghe donde declaraba que había mentido para conseguir algunos beneficios, muchos imaginamos que se trataba de una reunión íntima con sus partidarios, donde hay minutos de confianza, todo está medio a oscuras, con frío y la gente humilde se agrupa alrededor del líder para escuchar las buenas nuevas. Sus dichos de que las “declaraciones habían sido sacadas de contexto”, para quienes creían en la intendenta respaldaban esa explicación, transformándola en una falta, pero menor. El propio presidente Piñera señaló que “estaba mal pero que la intención era buena”. Esa es la magia del audio, la imaginación que acepta y permite diferentes interpretaciones.

Pero hoy, en CNN Chile, apareció el video del momento en que la intendenta emite la frase y se pudo apreciar con claridad el contexto. Se ve una imagen completamente distinta. Estamos en un acto oficial, preparado y planificado, con alfombras rojas, con un estrado donde otras tres personas de parkas rojas de gobierno acompañan a la intendenta, una pantalla para proyecciones, una gran cantidad de personas sentadas en sillas, es decir se trata de un acto oficial y no de una reunión informal con “gente de confianza”. Cambia completamente la apreciación sobre la frase y su contexto, esa es la magia de la imagen.

Si en un acto oficial, los máximos representantes de las instituciones pueden contar como se burlan del sistema –aun con las mejores intenciones- el sistema democrático y sus instituciones están en serios problemas. ¿Qué se puede esperar de los ciudadanos comunes y corrientes, de aquellos que ni siquiera se inscriben en los registros electorales porque ya no creen en el sistema? Un papel fundamental de las autoridades es encarnar, y no solo hacer respetar sino que fortalecer las instituciones, que son la principal defensa de los ciudadanos frente a los abusos de todo tipo.

Ver aquí el video

martes, 8 de febrero de 2011

Egipto: La revolución de los jóvenes, de las redes sociales a las calles del futuro

Por Mauricio Tolosa @mautolosa

Cuando sentados frente a sus teclados convocaron a la manifestación por la dignidad y la decencia, ¿Creerían, aquellos muchachos del grupo de Facebook “Todos somos Khaled”, que efectivamente estarían girando la llave que cambia el mundo? 

Uno de los sellos más esperanzadores del movimiento de Egipto, fue la no violencia, los cientos de miles de personas que se juntaban pacíficamente en Tahrir Square, -llamada Plaza de la Libertad por los medios occidentales-, entregando su alegría y algunos sus vidas por construir un cambio y recuperar la dignidad y la libertad más básicas. Un movimiento de jóvenes con acceso a las conversaciones de la “modernidad” tecnológica y valórica, del espíritu optimista y emprendedor, del desprecio del abuso.
 Ese fue el estilo que se impuso desde el 25 de enero, el día de la convocatoria al “Día de la Ira” (Curioso nombre para un movimiento tan civil). Se impuso a tal punto, que los temidos Hermanos Musulmanes quedaron reducidos a una amenaza sin expresión pública, como un fantasma que representaba los temores de un Occidente en Guerra con el mundo Islámico desde hace 10 años, desde Septiembre 2011.

El régimen de Mubarak sólo recuperó momentáneamente la iniciativa política cuando utilizó la violencia invadiendo la plaza con turbas de antisociales y policías de civil. De esa manera creó un escenario de enfrentamiento, en el que incluso intentó posicionarse como mediador, a través de los discursos de sus ministros.

Al más puro estilo de las dictaduras de América Latina de los ochenta, la oferta del régimen era negociación con algunos, las fuerzas políticas más tradicionales,  y garrote para los otros, con un Mubarak poniendo el viejo dilema de la política del terror “Yo o el caos”. Es difícil saber si estos personajes realmente creen que ellos son la única salvación para la nación o si es una manera de conseguir los últimos apoyos disponibles en el campo nacional y sobretodo internacional. En ese nuevo contexto se iniciaron las negociaciones con las distintas fuerzas políticas tradicionales.

Durante dos o tres días, la velocidad de los acontecimientos es asombrosa, el movimiento joven, la banda de facebook como les llaman los policías, desapareció como forma y como frescor. Hasta la liberación de Wael Gonhim que, luego de haber sido secuestrado por la temida policía secreta de Mubarak, reapareció con gran despliegue en televisión y redes sociales, emergiendo como la cara de un estilo, de una ética y una estética, que hasta entonces no tenía rostro, ni nombre. Los viejos líderes, algunos con más espíritu de servicio, otros con más ambición y ego, habían ocupado intermitentemente en los medios, sin éxito, el rol de líderes de la Revolución.
El movimiento juvenil de Egipto sigue las líneas profundamente cuestionadoras de Mayo del 68’ pero en su propio contexto y tiempo. Probablemente, es el movimiento más  radical que aparece en el mundo árabe desde las independencias de las metrópolis. También se parece a los idealistas de Mayo del 68’, en que sus jóvenes líderes no tienen agenda ni experiencia política, ni de poder. Representan más bien una renovación cultural y ética, integradora y generosa.

Reconocer y potenciar esa fuerza es una gran oportunidad, que ojalá Occidente, y particularmente Estados Unidos, se arriesguen a tomar. Es la posibilidad de terminar con el clima mundial de guerra instalado por Bush que tanto daño ha hecho al mundo y a los propios Estados Unidos. Es una buena opción para Obama de contribuir a un nuevo escenario mundial de mayor diálogo y apertura. Ganar la guerra de Irak que heredó es imposible, aunque la “reduzca” a Afganistán. Pero impulsar un nuevo mundo de paz y desarrollo, en lugar de guerra y armamento, de gobiernos para los pueblos y no para mantener el equilibrio geopolítico y defender los intereses de las potencia, avanzar hacia un nuevo orden internacional de respeto y amistad,  hoy parece una opción no sólo urgente y necesaria, sino que más posible.
 

domingo, 6 de febrero de 2011

El otro lado de la globalización


Por Andrés Rojo

Cuando se habla de globalización se tiende a pensar en tratados comerciales, la rápida mudanza de capitales, el predominio del modelo económico del capitalismo a escala planetaria y la eliminación de las fronteras nacionales, pero los hechos de estas dos últimas semanas en Oriente Medio han demostrado que, así como ya se habla de una nueva forma de democracia, se debería hablar también de una nueva forma de globalización, y todo gracias a lo que parecía que sería una tecnología inofensiva y políticamente neutra, como son Twitter y Facebook, entre otras herramientas.

Las nuevas tecnologías, como se las suele agrupar sin mayores distingos, tienen dos peculiaridades: Permiten que los ciudadanos tengan voz, compartan opiniones y construyan acuerdos que facilitan la expresión de nuevas mayorías, aunque sean circunstanciales; y tienen la capacidad de reemplazar los tradicionales medios de comunicaciones y las formas de realizar la política que parecen cada vez más obsoletas.

Evidentemente, el hecho de que las movilizaciones en Túnez hayan contagiado a los egipcios y estén produciendo temor en otras naciones cercanas y lejanas, como China que mantiene censuradas todas las informaciones de lo que ocurre en Egipto, se explica en parte por determinadas condiciones sociales que servían como sustento a los levantamientos populares.   Pero estas revueltas pudieron haberse producido antes y no lo hicieron hasta que la masificación de las comunicaciones controladas por las personas hizo posible vencer la barrera de la censura y el control de los medios de prensa por parte de los gobiernos.

Frente a estos fenómenos comunicacionales con una fuerte incidencia en la política, los gobiernos, los partidos y dirigentes políticos no han sabido reaccionar de manera acorde a las características del nuevo escenario.   Cuando no logran una comunicación directa con la gente, en lugar de simplemente exponer un nombre en la red para crear la ilusión de que se tiene interés en conocer las opiniones ciudadanas, se opta por lo más simple que es la censura y la interrupción de los servicios de Internet para evitar el diálogo entre las personas, que normalmente evita a las autoridades que no han logrado empatizar con sus gobernados.

No se comprende que las nuevas tecnologías están forzando el reemplazo de la democracia representativa por la democracia directa ni mucho menos que la globalización no sólo actúa en el campo de la economía sino que también lo hace en el campo de las comunicaciones y la transmisión de ideas. A comienzos del siglo XIX llegaron a Latinoamérica las ideas de los revolucionarios franceses, con un efecto retardado de casi docientos años. Ahora, las ideas se transmiten de modo automático y la política tiene que, más que convivir con ese hecho, aprender a liderar a las sociedades con estas nuevas reglas.

sábado, 5 de febrero de 2011

A propósito de la violencia contra comunicadores y del bloqueo de transmisiones en Egipto


La Fundación Violeta Barrios de Chamorro, con sede en Managua, Nicaragua y la Fundación de la Comunicología, con sede en Santiago de Chile condenan la violencia contra los periodistas, y la clausura y obstáculos al normal funcionamiento de medios de comunicación, internet y redes sociales y telecomunicaciones en Egipto.

Desde hace tiempo no asistíamos a muestras de represión y brutalidad tan abierta por parte de un gobierno, sus servicios de seguridad, policía y partidarios contra miembros de la prensa. Los ataques por turbas, secuestros y palizas, confiscación de equipos y allanamientos de lugares de trabajo,  en contra de comunicadores y periodistas internacionales y egipcios son inaceptables y constituyen un retroceso que avergüenza a toda la comunidad humana.

Constituyen parte de este escenario de barbarie las inéditas medidas de bloqueo masivo de las telecomunicaciones, telefonía celular, internet y redes sociales, en una decisión gubernamental implementada sin pudor y abiertamente, destinada a impedir la comunicación entre los ciudadanos.

Los ciudadanos y comunicadores de muchos países han pagado altos precios, ofreciendo hasta sus vidas para avanzar hacia un mundo con más libertad de expresión y prensa, con más acceso a los medios de comunicación y redes sociales, con más transparencia e integridad. Los hechos sucedidos estos últimos diez días en Egipto representan un grave retroceso en el naciente derecho a la comunicación y son una ofensa para la comunidad mundial.

Junto a gobiernos, ciudadanos y organizaciones de todo el mundo exigimos al Gobierno de Egipto: el inmediato restablecimiento del derecho a la comunicación de todos sus ciudadanos y, particularmente, garantizar la protección y las condiciones para el libre ejercicio del trabajo de periodistas y comunicadores.

Managua y Santiago, 5 de febrero de 2011




Cristiana Chamorro, Secretaria de la Junta Directiva de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro. Managua, Nicaragua

Mauricio Tolosa, Presidente de la Fundación de la Comunicología.
Santiago, Chile



Las instituciones y organizaciones interesadas en adherir a esta declaración pueden escribir a: contacto@fundacioncomunicologia.org

jueves, 3 de febrero de 2011

La TV y sus (en)claves 2



Por Luis Breull / @luisbreull 

Fácil, repetida, efectista. Esta segunda entrega de “La TV y sus (en)claves” es sobre el magreado y despótico metagénero de contenidos llamado entretención.

Suele ser considerado expresión de chabacanería, mal gusto, banalidad y -al mismo tiempo- magistral sincretismo de lo que se conoce como cultura pop. Ese marco que  deviene en usos de tiempo ocioso frente a una pantalla vinculante para los miembros de la sociedad individualista de masas (tan bien descrita por Dominique Wolton).

La entretención televisiva se ha consolidado en las últimas décadas como un mecanismo dinámico de autoidentidad, excluyente respecto de lo que se conoce como la oferta cultural de élite que está cada vez más distanciada del ocio masivo urbano. Ese símil a la canalla que denostaba Domingo Santa María a fines del siglo XIX y que bien retrató Alejandro Venegas en sus crónicas del centenario. La misma que hoy se alimenta gratis y pasivamente desde la TV con cuanto formato se oriente a copar sus franjas horarias.

Conceptualizar la entretención masiva en TV no acepta maniqueísmos ni condenar a priori a la industria y sus consumidores preferenciales. Es infinitamente más complejo. Requiere mirar cómo se distribuyen los recursos socioculturales necesarios para poder acceder a contenidos complejos o con mayores grados de significación. Y también los atributos narrativos que son pertinentes a la comunicación televisiva generalista.

Por eso no es de extrañarse que en la TV abierta -no en la de pago- los documentales, debates políticos o las conversaciones y entrevistas sobre arte y cultura ocupen espacios como los domingos en la mañana -lo que en Estados Unidos se conoce como el horario basurero- o en sus tardes, renunciando a los días y los segmentos más masivos en las parrillas programáticas (que privilegiarán la emocionalidad, el drama y los componentes lúdicos o de humor).

Facilismo.

Interpelar a los públicos desde la entretención masiva es un recurso simple y directo, no exento de un esfuerzo creativo, pero que no tolera complejidades. Se buscan resultados inmediatos y el riesgo suele suplirse con la carencia de matices en la oferta (selección y disposición de contenidos). A menores apuestas innovadoras baja la posibilidad de fracasar, en proporción directa también a la construcción de un hábito de visionado o una alianza de largo plazo público-medio.

Ejemplos de este atributo hay muchos. Los franjeos horarios de magazines matinales de lunes a viernes, programas de conversación/farándula al mediodía, mix de telenovelas nacionales/extranjeras en la tarde (segmento que se conoce también como el “descanso de la guerrera”, en donde la dueña de casa se libera de las tensiones domésticas de aseo y almuerzo y se relaja apropiándose del control remoto). Programas juveniles y ficciones nacionales vespertinas, noticias a las 21 horas, más ficción y mix de formatos de entretención en el prime time.

Las parrillas se asemejan, mientras los enganches de los programas se reducen a la explotación del humor, el crimen, la exhibición de la intimidad y el voyerismo morboso. Todo en un tono facilista y sin matices. Mostrar, exhibir la vida privada de las clases bajas o de personajes controvertidos/en crisis, transformar la pantalla en una ventana que permita su existencia social mediatizada. Un reduccionismo clasista que, visto desde la industria es acompañar y representar a los públicos, ser sus aliados y sus “parientes famosos”, sus salvadores y amigos del relajo.

Repetición

El problema de esta forma de hacer TV es la homologación de las ofertas y la circularidad de sus contenidos. Como ejemplo, la ola de programas estelares de talentos que nos esperan este 2011, acompañados por el éxito reciente de CHV en ese marco y que regresará con una segunda temporada. Mega y Canal 13 buscarán “los dobles de…”, TVN a la mejor banda o solista de música.

Como los encendidos de la TV abierta van en descenso, cada canal tiende a afirmar su propia parrilla en los espacios de conversación en vivo, en sus magazines o en sus noticieros. Es necesario llamar la atención con los programas que se tiene. Se comentan y repiten fragmentos de sus espacios hasta el exceso. El objetivo: la hipervisibilidad. Su consecuencia: la inflación de contenidos, autopromociones que califican todo como espectacular y marketing disfrazado de noticias.

Efectismo

La última característica de este análisis es la compulsión por conmocionar al telespectador con sobregiros guionizados y promesas de rupturas de límites que no son tales; que no comprometen situaciones sociales, culturales o valóricas de fondo (como podría ser la exhibición de sexo en vivo en un reality, la confrontación de temáticas controvertidas sobre los derechos civiles de los homosexuales o legitimar abiertamente la prostitución o el matrimonio de personas del mismo género).

Se cae en constantes simulacros o guiños que escalan en intensidad, pero que sucumben en su propia narrativa para provocar desde el drama y las denuncias hasta la telerrealidad. No siempre se consigue, pese a la destrucción de intimidades en la farándula de los famoseados  al empeño por denigrar a las personas o usarlas como conejillos de indias de zoológicos experimentales, como en el caso de “Año 0” (orina mediante y mandato de producir programas a menor costo, bajando sueldos y achicando sus plantas).

Sin duda la entretención de la pantalla abierta no sólo cruza estos atributos negativos. Hay aportes que permiten reforzar lazos identitarios y comprender aspectos de la realidad que, de no existir, sería muy difícil de obtener gratuitamente en una escala tan masiva. Pero eso será materia de otro post.


miércoles, 2 de febrero de 2011

TV y sus (en)claves 1



Por Luis Breull / @luisbreull 


¿De qué hablamos hoy cuando ‘hablamos de TV’?

La primera regla es comprender que no existen ‘normas’ sino puntos de vista diversos. Ya no hay verdades absolutas ni juicios categóricos para evaluar las pantallas.

Denis McQuail plantea dos grandes prismas de sentido en esta industria: entenderla desde la lógica e intereses de los medios o bien desde la sociedad. Simple y directo: quien forma parte de la gestión medial mirará su quehacer condicionado por su sesgo, sus prioridades, sus metas, sus urgencias y públicos objetivos. Quien está fuera de la industria, no; lo hará con múltiples focos socioculturales descentrados, cuyos prejuicios, visiones fragmentarias y valoraciones dependerán de estos, así como de la atención que los medios presten a sus demandas particulares.

El ejercicio se complica más si establecemos parámetros culturales de comparación del aporte de los medios en la sociedad (modas, corrientes de debate, temas emergentes, nuevos lenguajes), versus factores materiales en las estrategias de producción de contenidos (aspectos técnico-legales, económicos, estructurales, de inversión/rentabilidad y de tamaño de mercados).

Hablar de TV es entonces -al menos- cuadrar miradas que, desde lo material y cultural, armonicen las demandas y expectativas de generación de comunicación e intercambio de contenidos entre la industria medial y la sociedad.

¿Entonces por qué resulta tan complejo enjuiciar de modo consensuado el rol y los contenidos de la TV? Porque implica no sólo evaluar qué se emite (la generación de la oferta desde las posibilidades de hacer de cada canal de acuerdo a su tamaño en la industria), sino cómo y para quién se emite (el estudio de la recepción cruzado por factores socioculturales) y con qué fin. No es lo mismo responder esto siendo un canal pequeño, que uno líder en audiencias o en utilidades; tampoco si su programación responde a un nicho en el segmento de pago, que si su imperativo es la masividad en el entorno de la libre recepción.

Lo interesante de este dilema es comprender si se pueden establecer mecanismos, segmentos y contenidos preferentes que den cuenta de las necesidades transversales de los públicos hoy (consumidores privados o públicos, solitarios o acompañados, pasivos o interactivos, en el hogar o fuera de él). Una de ellas es la mantención del vínculo social con la comunidad, la reproducción de factores identitarios que permitan mantener la cohesión social en un entorno cada vez más abierto y permeable a dinámicas culturales extraterritoriales. Es decir, qué de la televisión que consumimos habla de “nosotros” o en cuáles de esos contenidos nos sentimos más involucrados e identificados colectivamente.


El revival de las TV News

Los noticiarios en TV -como género factual- están siendo redefinidos de acuerdo a parámetros que escapan a la clásica función informativa de hechos relevantes.

Omar Rincón -investigador colombiano- cree que priman nuevas condicionantes de escenario bajo las reglas del espectáculo, tales como: la temporalidad narrada en presente y en forma continua (sin pasado ni futuro), un proceso constante de seducción narrativa mediante la reiteración de temáticas cercanas y autorreferentes (que acompaña la visibilización de segmentos populares), y el establecimiento de un vínculo con los públicos donde lo que importa no es tanto significar sino mantener el contacto y evitar el zapping (la relevancia es suplida por el permanente estímulo de lo interesante).

Se impone un decálogo común con otros géneros (ficción y realities): no ser aburridos ni densos, sino entretenidos, pese a lo difícil que serlo todo el tiempo. De modo inverso, los temas y relatos complejos/inteligentes tienden a ceder espacio. La reflexión exige tiempos y disposiciones que en TV y en la vida cotidiana son cada vez más escasos. Los contenidos sexuales, hedonistas, de consumo, junto con el tiempo libre, el deporte y el crimen copan la mayoría de los segmentos informativos.

Los periodistas sustituyeron las seis interrogantes clásicas del periodismo informativo (qué, quién, cuándo, dónde, cómo y por qué) por la narración de historias que tienen por fin contar la vida, visibilizar experiencias comunes, vivenciar la realidad, poner en duda las grandes verdades y hacer alarde de nuevos guiños técnico-narrativos. La hibridación de géneros en la construcción de historias y no sólo la reproducción de datos. Además, la exaltación de personajes paradigmáticos que encarnen todos los ejes de interés de los públicos dentro de una noticia y en los códigos que ellos son capaces de entender.

Nace un nuevo obrero del lenguaje que se esclaviza ante las destrezas de los públicos disponibles hoy en TV abierta (no ilustrados, pasivos, viejos y encerrados). Un jornalero cuya condena desde los no públicos -los fugados a otras plataformas o los disconformes desde las redes sociales- es asumir a priori que no todo se puede narrar en los nuevos códigos del infoespectáculo. Y precisamente es en la realidad más dura -desde las políticas públicas, los índices evolutivos, los estados de situación técnico/legales, los debates valóricos/políticos/ideológicos y la evaluación informada del accionar de las autoridades, más la actualidad internacional- donde se juega el entendimiento primario y el sentido final de los cambios sociales que condicionan nuestra vida cotidiana e hipotecan nuestro futuro.

Entonces, ¿por qué renunciar a ser diestros también en narrar estos contenidos más complejos?
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