sábado, 22 de enero de 2011

La urgencia del pluralismo


Por Mauricio Tolosa / twitter @mautolosa

En América Latina, el Cuarto Poder vive en guerra con el ejecutivo. Hugo Chávez cancela concesiones en Venezuela. En Nicaragua La Prensa y el Nuevo Diario dan batallan a Daniel Ortega. En Panamá, Martinelli descalifica y amenaza a periodistas y dueños de los medios. En Argentina, Cristina Fernández se enfrenta al Clarín y La Nación. En México, Felipe Calderón, critica el papel de los medios.

En todos los países, ya es un hábito, los presidentes, de todos los signos, se quejan del trato que reciben de la prensa, de que nos los comprenden, de que sólo destacan lo malo y que no muestran lo bueno, de que los distorsionan y los atacan. Algunos gobiernos tratan de crear sus propios diarios y medios, otros nombran ministros a periodistas y personajes de televisión; son excepciones los que enfrentan “el problema” con políticas de comunicación de calidad y transparencia.

El conflicto parece ser parte del ADN de la relación medios –gobierno, es inevitable que haya medios más proclives al gobierno y otros a la oposición. Por razones ideológicas o para incrementar las ventas, la tendencia de los medios es a exacerbar los conflictos, a simplificar y generar versiones blanco y negro de la realidad. La crítica al gobierno y los políticos vende y gratifica tanto como la popularidad: más conflicto significa más ventas, más seguidores es sinónimo de más ingresos. 

En el continente las tentaciones autoritarias y continuistas de los gobernantes son frecuentes, el desarrollo de la democracia, con sus derechos y responsabilidades, incipiente. En ese contexto, aunque no sea siempre de buena leche, ni rigurosa, ni de calidad, ni documentada, la crítica de los medios es un cierto contrapeso al poder dominante. Es mejor que haya medios amarillistas y bárbaros, que un monopolio donde sólo se exprese una opinión favorable al gobierno y a los poderes dominantes. 

La convergencia de monopolios comunicacionales con el poder político y económico configura una forma de totalitarismo, de visiones unilaterales y excluyentes, agendas controladas y monotemáticas y ocultamiento de situaciones y conflictos que molesten al poder. Este clima mediático genera desconfianza ciudadana hacia las instituciones, y debilitamiento de la democracia y el respeto como forma de convivencia. Es más fácil mejorar medios mediocres que construir una visión crítica o soluciones alternativas a los problemas en un ambiente totalitario.

La complejidad y magnitud de los desafíos de nuestra época requiere el concurso de la mayor diversidad de opiniones y culturas. Para  transformar y construir sociedades más felices y desarrolladas es urgente incluir, respetar, ampliar. En un mundo globalizado que reconoce que no existen las verdades únicas, el fomento de la diversidad es una necesidad imperiosa. 

No basta con aceptar y tolerar la libertad de expresión. El pluralismo debe ser promovido activamente por el Estado y la sociedad como núcleo cardinal del derecho a la comunicación.

PD: En Chile, todos los periódicos cotidianos y todos los canales de televisión abierta profesan la misma ideología, que es la misma del gobierno.

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