viernes, 14 de enero de 2011

Más respeto con las regiones, no es un gas atravesado



Por Mauricio Tolosa / Twitter @mautolosa 
En Punta Arenas, PUQ, se termina el mundo como la conocemos y se abre, a alguna distancia, otro mundo, sin tierra y de hielo, de pingüinos y bases científicas extremas. En Magallanes, el viento impulsa extensiones y macizos rocosos que se gestan en un caldero de energía helada. La perspectiva se modifica. El viento frío limpia las preconcepciones ancestrales de salones de clase y dominio eurocéntrico y uno se imagina que ese extremo Sur, es el inicio del mundo, donde todo comenzó.
La riqueza motor del Chile ha emanado directamente de la Tierra, el salitre y el cobre para Chile, o el petróleo para Magallanes. Las épicas mineras, conquistas de los límites, luchas obreras o hazañas de pirquineros alimentan el imaginario de pueblos y ciudades desde el desierto a la Patagonia. Los 33, el hecho de mayor posicionamiento mediático de la historia nacional, tuvo que ver con un grupo de mineros atrapados en el fondo de la tierra y con cápsulas Fénix que penetraban la roca desnuda para llegar a la frontera desconocida de las entrañas de la Pachamama.
La identidad de Magallanes emerge del paisaje y la relación con la riqueza de la tierra. Cuando allá, se conversa sobre la Empresa Nacional del Petróleo, ENAP, el gas o el petróleo, no se habla de cuentas de fin de mes. Cuando se habla de viento y de frío no se habla de un calentador y un panel térmico sino de una paisaje humano. Esas conversaciones tocan las fibras profundas de la identidad de un pueblo y de una región, y en ellas aparecen la relación con un Santiago que extrajo el petróleo magallánico como quién explota una colonia desde la metrópoli, las visitas esporádicas del emperador o la emperatriz, la falta de respeto por una cultura, un modo de vida y una identidad diferentes.
El conflicto no es con Sebastián Piñera y su equipo de Palacio, o contra un gobierno de derecha (ayer, en una declaración inédita todas las directivas regionales de los partidos, desde la UDI al PC, firmaron una declaración conjunta frente al tema del gas). El conflicto es contra una lógica metropolitana de desarrollo, de números y oficinas, que impone, que utiliza, que no respeta, que no escucha a las comunidades. Que ve a las personas de carne y corazón y a sus entornos naturales como estadísticas y oportunidades de voto y negocio.

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