miércoles, 20 de octubre de 2010

Equilibrio y armonía






A primera vista la tempestad de nieve en alta mar de William Turner (1842) parece solo un conjunto de luces y sombras cuyas formas eventualmente nos llevan a fijar la atención en la silueta parcial de un barco a vapor en medio de una tormenta. Lo que siempre me ha atraído de este cuadro es la maestría con que su autor utiliza el desequilibrio de luces y formas para crear una relación armónica que nos invita a perdernos en su obra.

Al igual que las obras de arte, nuestras estructuras sociales se caracterizan tanto por los objetos que las constituyen – sus protagonistas- como por las relaciones que los unen. En consecuencia, nuestros criterios de evaluación sobre el éxito de dichas estructuras pueden ser distintos dependiendo de la perspectiva que tomemos. Por ejemplo, si nos enfocamos en los protagonistas, tendemos a utilizar el concepto de equilibrio o equidad. Por el contrario, un criterio de armonía tiende a surgir cuando nuestro análisis se centra en el estudio de las relaciones y dinámicas sociales. Esta dicotomía es la que Voltaire abordaba al asegurar que por encima de la balanza – símbolo del equilibrio- se encuentra la lira, imagen de la armonía

Desde el punto de vista de Voltaire el equilibrio no puede ser considerado una fuerza creadora. Por el contrario, equilibrio implica la anulación de fuerzas, como bien lo establece la primera ley de Newton; sin desequilibrio nuestro universo no podría existir. Llevado al campo social, creo que la búsqueda de equidad solo lleva a un estancamiento a través de la pugna de poderes en una convivencia forzada, algo que podemos observar tanto en estructuras de familia como en entes políticos.

En cambio, cuando nuestro enfoque se centra en las relaciones sociales, son las sinergias entre entes, ideas y esfuerzos diversos las que definen el éxito. Como en la obra de Turner, la armonía que surge del desequilibrio se vuelve creativa cuando aceptamos que cada componente tiene una voz que debemos escuchar sin prejuicios ya que cumple un rol critico en nuestro desarrollo social. Desde esta perspectiva el desequilibrio nos permite avanzar y crecer. Sin embargo, este desequilibrio también puede convertirse en una fuente de inequidad a menos que nuestro sentido de justicia nos impulse a sentar como prioridad la protección de los sectores más desvalidos en nuestra trama social. Esta idea, propuesta originalmente por John Rawls, sugiere que la historia ha de juzgar nuestra sociedad, no desde un punto de vista de equidad, sino basada en nuestros esfuerzos y logros en el cuidado de los más vulnerables. Al igual que Turner y Voltaire, Rawls pone implícitamente la lira por sobre la balanza al desarrollar su concepto de justicia social.

Por Ricardo M. Letelier
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