sábado, 30 de enero de 2010

El otro cuento: La oficina que se tragó un Río

La Pequeña Gigante paseaba entre los edificios de Santiago, y los ciudadanos se amontonaban para mirar al cielo y verla pasar. En las oficinas del MOP otros hacían una movida de lujo real, mientras miraban para el techo pero por otras razones.
Por Mauricio Tolosa Twitter @mautolosa

Prioridad en el naufragio: Salvar el cofre 
Mientras con alto ratting televisivo, la presidenta de Chile se daba el tiempo de tomar desayuno con una muñeca gigante, en las encementadas oficinas del Centro, los funcionarios de la Dirección General de Aguas (DGA) aprovechaban para  autorizar, “rapidito” las seis solicitudes de traslado de derechos de agua que necesitaba AES GENER para iniciar la construcción del mega Proyecto Hidroeléctrico Alto Maipo. Este es el salvoconducto final para un proyecto que destruye tres cuencas hidrográficas que forman parte esencial del delicado sistema hidrológico que provee de agua, potable y de riego, a la Región Metropolitana.

Asombrosamente, la propia DGA es uno de los servicios cuestionados en el informe que votó por unanimidad la Cámara de Diputados el 14 de enero. El documento pide a la contraloría revisar “la actuación de los servicios responsables de la evaluación ambiental del proyecto, especialmente la Corporación Nacional Forestal, la DGA, la Dirección de Obras Hidráulicas y el Servicio Nacional de Geología y Minería”.

El informe del poder legislativo alerta que “la operación de la Central Hidroeléctrica Alto Maipo podría afectar la seguridad y calidad del abastecimiento de agua potable y de riego de la Región Metropolitana”. En esas coincidencias de la política, el mismo día de la votación en la cámara de diputados, la jefa del Ejecutivo, Michelle Bachelet, declaró que “el agua es el tema del futuro. El agua en un mundo sometido al cambio climático va a ser un bien escaso”.

A diferencia de la gran muñeca, la cabeza y el cuerpo del poder ejecutivo no parecen estar sincronizados. Unos días antes, otra movida de funcionarios del ejecutivo había beneficiado a la misma AES GENER. La Ministra de Vivienda Patricia Poblete, (la misma que habla en los comerciales radiales sobre las maravillas naturales del Parque Zoológico Metropolitano), en conjunto con el Ministro del Interior Perez Yoma, firmaron la modificación de la ordenanza general de urbanismo y construcciones respecto del uso de suelo de actividades productivas. La modificación en un momento tan preciso, ha sido considerada como un traje a la medida de las necesidades de AES GENER, para burlar el dictamen de la Corte Suprema que había ordenado la detención de la construcción de la termoeléctrica Campiche, en Puchuncavi. 

En muchos países la situación sería considerada por lo menos sospechosa y digna de investigación. El poder legislativo y el poder judicial declararon e incluso juzgaron, en  dos situaciones graves relacionadas con la tramitación de proyectos pertenecientes a la misma empresa. En ambos casos, otro poder del estado, el ejecutivo, los burla, incluso modificando la reglamentación a posteriori, para que la empresa siga adelante con su negocio. 

En muchos países con un periodismo abierto, investigativo e interpretativo, estaríamos preocupados de esta verdadera crisis de la democracia, donde el poder de los negociados hace que el ejecutivo desconozca y pase por encima de los otros dos poderes del estado. Preguntándonos ¿Por qué tanto rigor con dos despistados muralistas daneses que pintaron el metro en Valparaíso y no con los procedimientos de aprobación de una obra empresarial que pone en riesgo la forma de vida de siete millones de personas.

Los medios de comunicación se estarían preguntando ¿Por qué tanta premura a último momento por destrabar los proyectos de AES GENER antes de irse? ¿Será que las comisiones de políticos y lobbystas de la Concertación se pagan sólo contra resultado, es decir sólo si el permiso es otorgado efectivamente? ¿Por qué los senadores ecologistas de la Concertación, habitualmente tan vociferantes han guardado tan riguroso silencio en los conflictos vinculados a AES GENER?
Pero acá, en el Chile de la OCDE no nos preguntamos tanto. Mejor relajémonos un poco, y a gozar que ya viene “¡Viña es un Festival! Chile tiene festival”.
Epílogo: responsabilidad presidencial
Casi diez mil ciudadanos pedimos a la presidenta Bachelet que suspendiera el mega Proyecto Hidroeléctrico Alto Maipo hasta que la ciudadanía de Santiago no contara con amplia información sobre el tema. Creyendo en la imagen de la presidenta protectora, le presentamos a la mandataria una solicitud para que declarara el Alto Maipo reserva estratégica de agua para la ciudad de Santiago. Las solicitudes de audiencia durmieron en el escritorio del jefe de gabinete Rodrigo Peñailillo, hasta que el papel se puso amarillo. Buscamos nuevas vías para llegar a la popular Michelle Bachelet que declara en los foros internacionales que “el medio ambiente es un imperativo ético”.

Se habló con los asesores de la presidenta, son sus ministros y ministras. Incluso pensamos que lo habíamos logrado, cuando llegamos al Palacio de La Moneda, antes de la primera vuelta, cuando probablemente valía la pena escucharnos para ver si caían unos votitos. Da vergüenza reconocerlo, pero después de la segunda vuelta los oídos están mucho más sordos, y la apertura de de esos días se transformó en “ya le vamos a devolver la llamada”.

A la presidenta más popular de la historia de Chile, no le importó que la Cámara de Diputados hubiese votado unánimemente cuestionando a sus funcionarios sobre el procedimiento de aprobación orquestado por su Ministro del Interior. No le importó que 10.000 ciudadanos y el poder legislativo vieran graves riesgos en el abastecimiento de agua. No le importó que ocho de los diez factores agravantes del calentamiento global se dan en la zona del proyecto. 

A veces pienso que no le importó porque el impacto del Alto Maipo no es visible hoy, ni mediático, ni de alto ratting. Que mal ojo tuvo Michelle, porque el ecocidio que deja instalado aquí por la omisión de sus actos, es una crisis muy superior a la del Transantiago. Tendrá tanta visibilidad, y afectará tanto a las personas en su vida cotidiana que será difícil esconder la responsabilidad en alguna parte. Los lobistas y hombres de negocios sacaron su beneficio de última hora y seguirán haciendo negocios. Pero Bachelet es, aparentemente, una presidenta honesta y lo que se lleva es su popularidad y su prestigio. Lamentablemente los políticos creen que los escenarios y las popularidades se mantendrán por siempre, y no se dan cuenta que una cosa es con el cargo y otra sin. Son demasiados los presidentes que salen populares y a los pocos meses se transforman en parias por el nuevo contexto de lectura de sus actos y consecuencias. ¿Habrá conversado de esto la presidenta en su desayuno con la Pequeña Gigante? 




lunes, 25 de enero de 2010

La melodía perfecta en un ambiente cotidiano

Por Ricardo Higuera Mellado


En lo que pareciera ser un ejercicio marcado por la inercia, un hombre pide permiso al conductor de un bus de transporte público para subir a cantar para los pasajeros. Mira por el pasillo, camina y evita golpear con su guitarra a un hombre que se las ingenia para sentarse al lado de la ventana, incluso cuando el sol parece estar al máximo de su potencia.

El artista se detiene, observa y cuando encuentra un lugar que parece adecuado, decide avanzar. Mira el piso, con su pie izquierdo mueve el envoltorio de un helado que está en el suelo, como limpiando su espacio, saca un pañuelo de su bolsillo, se seca la cara –el calor no da tregua- y lo guarda. Toma un colgante que tiene al cuello y lo engancha a su guitarra. Del bolsillo de su camisa saca una uñeta verde y acerca su cara al instrumento. Acomoda su oído, cierra los ojos, respira y sólo ahí da el primer acorde.

Pero no le gusta lo que suena. Se le nota en el entrecejo, que se arruga luego de ese sonido. El cantor abre los ojos, mira las clavijas de la guitarra y ajusta la tensión de la primera cuerda. Un nuevo acorde y no, no es el sonido que espera, no es lo que quiere entregar a los acalorados pasajeros de ese trayecto. Vuelve a abrir los ojos, da otro pequeño giro a una clavija y esta vez sí, la nota suena como él lo espera.

A medida que la melodía brota del rasgueo de las cuerdas, el cantor se sumerge en una especie de trance. Con los ojos cerrados y el oído pegado a la guitarra, se deja llevar por los sonidos. Su cuerpo se transforma para ser melodía junto con su instrumento. En las notas más intensas, arquea su espalda y cierra los ojos aún más fuerte; en las más suaves, su entrecejo se relaja y un atisbo de sonrisa se dibuja en su boca.

Lo que para muchos pudiera ser un simple acto de tocar una canción, para este hombre es mucho más. Es una disposición completa a encontrar la melodía perfecta en medio de un ambiente cotidiano.

En nuestra vida diaria, mujeres y hombres nos enfrentamos a un mundo que nos es familiar. La casa, la familia, el trabajo, los amigos y los espacios de descanso o entretención –por nombrar sólo algunos-, forman parte de lo que nos constituye como seres humanos, son las comunidades con las que nos relacionamos. En esos círculos se encuentran nuestros afectos, nuestros amores, nuestras sonrisas, nuestros instantes de reflexión y construcción. Sin embargo, no siempre existe conciencia de la forma en que establecemos esos códigos relacionales ni cómo podríamos potenciar aún más esos vínculos.

Es exactamente como el ejercicio de este cantor con su guitarra. Dado que luego de su presentación pide dinero a los pasajeros, se podría interpretar que es uno de los aspectos centrales en su vida, desde donde articula las relaciones con sus distintas comunidades. Por eso tiene conciencia de la importancia que implica para sus objetivos obtener una melodía que no sólo lo satisfaga a él, sino que sea amable a los oídos de los pasajeros. Así podrá obtener un mejor pago por su trabajo.

Por eso se esfuerza en conseguir la nota perfecta. A través de su experiencia ha logrado afinar su oído y entrenarse en las distinciones que forman parte de su guitarreo diario. No le da lo mismo situarse en cualquier punto del bus. No le da lo mismo una nota que otra. No le da lo mismo que una nota suene desafinada. Eso explica que sea capaz de detenerse, incluso cuando ha comenzado una nueva canción, si la melodía aún no es la adecuada, y sólo continuar cuando está seguro.

En ejemplos como éste es donde se manifiesta el valor que las distinciones tienen en diferentes esferas de la vida humana. En la medida en que somos capaces de observar con rigurosidad los espacios en los que nos desenvolvemos, las personas con las que nos relacionamos o las tareas que ejecutamos diariamente, nuestro mundo de posibilidades de respuesta y de transformación, se amplía de forma exponencial.

Las distinciones son un componente central de todo proceso y muchas veces no se pone atención a su valor y efecto. Médicos, trabajadores de la construcción, agricultores o panaderos, están diariamente construyendo su mundo sobre la base de las distinciones. Son ellas las que aseguran que un diagnóstico sea el indicado, que la mezcla que se necesita para levantar un muro sea la correcta, que las semillas sean plantadas en el momento justo o que el pan salga del horno con la cantidad de sal adecuada. Si no tuvieran ese conocimiento, nada de lo anterior sería posible.

Para realizar distinciones potentes en contenido, es necesario tener una actitud de observación constante, cuidada y rigurosa, sobre el entorno o sobre los procesos en los que se busca participar o aquellos que se quieren intervenir para obtener mejores resultados. Las distinciones enriquecen los espacios de respuesta y permiten realizar acciones que nos ayudan a conseguir nuestros objetivos.

Luego de la última canción, el hombre respira hondo. Abre los ojos lentamente y comienza a soltar la guitarra del colgante que lleva al cuello. Se dirige a los pasajeros de forma respetuosa, buscando su aprobación. Pide cooperaciones voluntarias y procede a caminar nuevamente por el pasillo. Por el sonido de las monedas en su mano y por lo agradecido de sus palabras y gestos, al parecer ha sido un buen trayecto. Camina hacia el chofer, cruza un par de palabras y se baja en el siguiente paradero. Desde ahí iniciará un viaje distinto, en donde comenzará nuevamente el rito por encontrar la melodía perfecta en un ambiente cotidiano.

lunes, 18 de enero de 2010

ESCUCHAR: una acción del conocer



Por Francisca Aguilar González
Qué nos motiva a atender la voz de un “otro”. Cuántas veces vemos a ese “otro” a través del escuchar. Cómo logramos escuchar y a la vez entender aquello que se nos quiere comunicar hasta poder empatizar con el mundo del ser que nos habla, que nos entrega su relato, su revelación del mundo.

Escuchar requiere de un ejercicio vital y necesario para la comunicación humana que entendemos como ese estado de “estar presente”. Quien escucha desde este ejercicio, podrá enfocar sus sentidos, su pensar y su ver al “otro” en su condición legítima de “otro” ser humano. Ello implica un encuentro limpio e integro, lejos de un material cargado de prejuicios y de visiones imprecisas sobre quien –recién- conocemos o conversamos.

Si bien escuchar parece ser más de la mitad de la comunicación, también es una acción que nos permite observar la emocionalidad, las representaciones, experiencias y creencias del individuo o comunidad que se comunica, que nos habla. En consecuencia, el escuchar es una acción del “conocer”.

Esta acción iniciática que implica nuestra interacción con un “otro”, nos ofrece la oportunidad de habitar un presente y vivenciar ese presente desde una comunión entre “quien dice y quien recoge ese decir”, fusión que permite crear espacios de confianza y de entrega, tanto para el que expresa como para el que escucha.

Por lo tanto, para quienes estén en la búsqueda de distinguir ese delicado suceder que nos ofrece el relacionar humano, la acción de escuchar se transforma en una herramienta fundamental que nos brinda esas configuraciones del relacionar y ese ocurrir que entendemos por comunicación.

En conclusión, sí escucho lo que hablas, sabré que quieres!

lunes, 11 de enero de 2010

Definir, potenciar y construir



Por Mariluz Soto Hormazábal

Desde que entran a las escuelas de diseño, una constante preocupación de los estudiantes es definir cuál es el estilo, no el propio sino que el de otros, tratando de identificarlo con algún gran diseñador, corriente ideológica, grafica o artística. El estilo es observado desde la historia del arte con las obras de grandes artistas. Esos artistas que mantuvieron un estilo propio en las diferentes áreas en las que se desarrollaron, lograron una connotación importante con la instalación de la identidad de sus obras y con la contribución que entregaban a una sociedad o grupo de personas.

El estilo del diseñador se crea y desarrolla en base a la experiencia y a la capacidad de observación. Este camino puede tener dos sendas, una es identificarse con algún artista o diseñador, inspirándose y siguiendo sus teorías. Otra alternativa es la fusión que necesita de un arduo trabajo en la identificación de rasgos lo suficientemente poderosos para mantener la identidad de culturas o corrientes y modernizarlos, en conformidad y armonía a las habilidades personales.

La declaración visual de un diseñador contemporáneo se puede identificar estableciendo una relación entre cada uno de los proyectos desarrollados, buscar una constante en el estilo aplicado y definirlo como propio. Muchas veces, esta concordancia se puede perder, al dejar de aportar y crear en los proyectos que se emprenden.

Reproducir lo que manifiesta el cliente como carencia, debilidad, fortaleza, necesidad de potenciar, resaltar o proyectar, no contribuye necesariamente a la construcción del estilo ni a obtener resultados funcionales, estéticos y con trascendencia. El desafío está en mantener la propia declaración visual, que pasa a ser nuestra identidad como diseñadores, lo que proyectamos a los clientes y lo que ellos valoran de nuestro trabajo.

La declaración o estilo del diseño es el valor desplegado en los diferentes proyectos, es la capacidad de representar las necesidades del cliente, transformarlas, fusionarlas, resolver y proponer soluciones sólidas y que marcarán un antes y después.

Definir la identidad y el estilo del diseñador son un paso en la construcción de la identidad de diseño nacional.

sábado, 2 de enero de 2010

La necesaria década de la comunicología


Por Mauricio Tolosa

Esta primera década del milenio será recordada como la de la explosión de las tecnologías de la información. Redes de computadores en la banca, el comercio, el gobierno y los colegios posibilitan interacciones en línea con una masividad que pocos imaginaron se alcanzaría tan rápidamente. Los blogs y las imágenes enviadas desde los celulares rompen el bloqueo informativo de los regímenes autoritarios. Hoy, el correo electrónico o el otrora popular Messenger, parecen herramientas de la antigüedad, frente a las presentes y actuales redes sociales como facebook o twitter.
En este siglo, el latido de las tecnologías de la pantalla conectó las reacciones simultáneas de la humanidad entera, como cuando seguimos con asombro el ataque a las Torres Gemelas o la magia de las Olimpiadas de Beijing.
Pero paradojalmente, la verdadera comunicación, esa que sucede entre las personas, que crea y transforma, parece estancada y hasta en retroceso. Grandes pensadores de la humanidad advierten que estamos frente a una crisis de civilización y de desarrollo, cuyos signos más evidentes son el medio ambiente, la economía y la convivencia en las mega urbes. Para resolver esta crisis requerimos urgentemente que la segunda década del milenio sea la de la verdadera comunicación, esa de la creación de comunidades, de universos compartidos, de la conversación y el respeto, donde tomamos decisiones que nos unen porque nos sentimos parte de una misma comunidad nacional y humana.
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