miércoles, 22 de diciembre de 2010

Radiografía a los diseñadores: comunidad e identidad


Por Mariluz Soto Hormazábal

Los diseñadores, sin diferenciar el ámbito específico de desarrollo, somos profesionales que generamos estrategias visuales, solucionamos principalmente el fondo a través de formas. Las formas no se sustentan sin un previo diagnóstico que nos indica cómo abordar la complejidad y magnitud del encargo. El fondo es lo que apasiona, motiva y permite el fluir de las ideas que serán las que potenciarán un concepto, solucionarán y darán la forma.

En la etapa instructiva los diseñadores desarrollan diversas habilidades inconscientes de observación del mundo, de su propio mundo y en los que transita. Esta inconsciencia al no pasar al estado de conciencia se traduce en un débil manejo y desconocimiento de la secuencia de acciones que concluye en las creaciones.

Diseñar propuestas debe ser el resultado de un proceso creativo, mucho más complejo e integral que dibujar, bocetear, mirar en internet o generar productos; asumirlo desde esta perspectiva es un valioso activo estratégico que fortalece y potencia la identidad del diseñador. Este es un factor significativo del agotamiento y distanciamiento de la comunidad de diseño.

Adquirir conciencia
El desarrollo de una metodología para los procesos y planteamientos de nuestro hacer es un camino necesario para mejorar la creación de piezas gráficas, productos, vestuarios, digitales, multimedia, estos son consecuencia de un know how, una serie de conductas aprendidas en la historia y experiencia. Explicitar el conocimiento, desarrollo y realización es necesario para evidenciar y valorar el “diseñar”, de lo contrario la participación en proyectos se transforma en arte e inspiración profesional “arbitraria” provocando el alejamiento con los científicos, médicos o ingenieros. La falta de rigor desvaloriza al profesional frente a otras disciplinas.

La capacidad creativa se modela, en las escuelas de diseño nos entregan las primeras herramientas para el desarrollo de un pensamiento creativo y activo. Pensar en el proceso, en los referentes y en las acciones. Asociar las herramientas tecnológicas que ayudarán en el proyecto, cuál es la conceptualización, a quiénes nos dirigimos y lo más importante qué es lo que queremos comunicar. Estas asociaciones adquiridas  permiten que los profesionales del diseño desarrollen la capacidad y habilidad para llegar a ser lo que desean.
En un primer momento somos parte de la comunidad de diseñadores –como muchas otras carreras- por el sólo hecho de formarnos en la universidad. Pero la pregunta es qué es los que nos mantiene en ella, cómo contribuimos a su desarrollo desde nuestro trabajo. El desafío es pertenecer activamente, con un pensamiento reflexivo, con la conciencia de que somos responsables de la calidad visual de nuestra comuna, ciudad, región, país y de lo que Chile proyecta al mundo.

Una comunidad de diseñadores debe ser una constante generadora de ideas, creativa y con capacidad de mirar mucho más allá de los horizontes convencionales. Los diseñadores son los responsables de formar una comunidad que los acoja y refleje en su intensidad de pensamientos y profundidad conceptual. Una comunidad se determina por quienes la habitan. Los seres humanos aprendemos de la interacción con otros, necesitamos estar en contacto y en movimiento. Debemos participar, opinar y “estar” para construir y configurar la comunidad a la que queremos pertenecer.

Autopercepción y proyección
Tener claro cuál es el estado actual nos permite vislumbrar algunos datos que son relevantes en cuanto a los factores que influyen en nuestro estar, hace poco un estudio de futuro laboral reveló que diseño es de las 10 carreras peores pagadas en Chile, un indicador preocupante que en lugar de movilizarnos, contribuye a degradar el hacer y la emoción del diseñador, mantiene las pautas económicas  y nos dificulta ver más allá.
En la encuesta realizada hace pocas semanas con la colaboración de la Fundación de la Comunicología, la investigación y la información solicitada iba más allá de los números, tener un panorama sobre el sentimiento-diseñador es tan revelador como su estado económico. Los parámetros de medición económica puede mejorar con el fortalecimiento de la autovaloración. Acercarnos, conocernos y reconocernos es el paso inicial para comenzar a construir.

Los diseñadores están conscientes de su potencial creativo, su autopercepción es de mayor flexibilidad y adaptación que otros profesionales, valoran la capacidad de ajustarse a escenarios cambiantes e inseguros. Reconocen que su trabajo es importante dentro de las organizaciones en las que trabajan o para sus clientes.
Las debilidades apuntan a la inseguridad, la poca valoración del entorno y la falta de rigor. Muchas carencias en el manejo de su propia imagen y de autogestión. Un gran distanciamiento en lo que se piensa y hace: el valor agregado del trabajo del diseñador es visible pero no saber gestionar su propia imagen mantiene aquel valor oculto de los ojos del cliente o el empleador.

Destacar como fortaleza y oportunidad, el interés por mantenerse actualizado, desde la vinculación en redes sociales orientadas al diseño, la participación en diferentes sitios o portales y revistas. La mayoría de los encuestados manifiesta poseer espíritu de auto superación e interés por adquirir más conocimientos a través de especializaciones o nuevas herramientas que les entreguen un movimiento diferente dentro de la comunidad.


Identidades y comunidad
Como se ha explicado, la identidad de los  diseñadores tiene muchos aspectos prometedores y constructivos; identificar y tener claras las debilidades, es un paso importante para comenzar a proponer soluciones. La comunidad de diseñadores está en rediseño, debemos mirar nuestra comunidad nacional y mirar otras, ¿qué está pasando más allá de nuestra geografía?

En la trienal de diseño de New York se distinguieron 8 puntos importantes que de alguna manera orientan el diseño de nuestro tiempo: energía, movilidad, comunidad, materiales, prosperidad, salud, comunicación y simplicidad. Todos con un fuerte énfasis en las personas y a la vida en comunidad, como hacerla más saludable corporal y espiritualmente. Por otro lado, en el encuentro internacional DMI, que se realizó este año en Londres, el fortalecimiento del diseñador desde la gestión, la educación y la investigación fue el tema principal. Estas dos visiones de la preocupación del diseñador hacia fuera y hacia dentro, es lo que nos entrega una visión de colaboración permanente hacia la humanidad.

Estas señales de otras comunidades de diseño son importantes. Nos entregan ideas de visión y proyecciones, de las necesidades de actualización. Los diseñadores tenemos que  adaptarnos a escenarios cambiantes y mantener la flexibilidad de aprender nuevas formas para entregar calidad.

La mayoría de  los diseñadores tenemos autopercepción y autovaloración comunes, al mismo tiempo que nos sentimos con muchos desafíos y oportunidades, nos da temor el cambio, pero no por falta de capacidades, sino porque no contamos con un respaldo o seguridad para pararse en el mundo y hacer valer nuestros conocimientos y experiencia como procesos valiosos y sustanciales.

Dejo aquí la invitación a seguir creciendo, a hacer comunidad y a participar en ella. Propongo mantenernos en constante autoanálisis y hacer explícitos nuestros procesos creativos, propongo trabajar en conjunto y compartir, dejar el celo y envidias para construir. Propongo ir más allá de las formas para preocuparnos del fondo, y asumir que somos responsables de la calidad actual de diseño. Si no proponemos y actuamos no podemos cambiar.

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