miércoles, 10 de marzo de 2010

Red-real de ayuda


Increíble despliegue, con gran movimiento en la red, muchos grupos en Facebook sumaban y sumaban iniciativas todas con la misma motivación, especificando cada una un área de colaboración o lugar geográfico al que llegaría la ayuda. Todas las redes sociales alineadas con la causa, un creador y rápidamente muchos miembros o seguidores, todos con el mismo sentir.
La convocatoria era igual en todas las iniciativas, tenia el mismo llamado a ayudar y había muchos interesados en ser parte. Rápidamente se organizaba esta comunidad creada virtualmente, acordaban lugares de entrega o se solicitaba voluntariado. La coordinación e incorporación de miembros fue a través de la red, pero sólo era real la colaboración cuando se encontraban, cuando comenzaba un viaje hacia el lugar devastado o cuando se reunían a acordar nuevos movimientos, la real comunidad de ayuda se estableció cuando se conocían los participantes de la virtualidad, se miraban a la cara y sentían la complicidad por el mismo propósito: ayudar.
Esta proliferación de grupos, páginas, causas, uso de las redes sociales disponibles para unir un país largo y angosto, fue a causa del desastre natural que vivimos muchos chilenos. Todos conmovidos y con iniciativa de ir en ayuda desde las posibilidades de cada uno.

Las característica de cada red social aportaba desde su propia perspectiva, twitter se transformó en el mayor informador, los twitteros también eran reporteros e informantes de lo que sucedía cerca de su ubicación geográfica, comentaban sobre las réplicas, pedían ayuda y mantenían al tanto de lo que ocurría en los lugares a los cuales aun no llegaba ni prensa ni gobierno. Toda una red en torno a un desastre natural. Máxima utilización de las tecnologías y herramientas disponibles para acercar y acompañar.
La red Youtube se transformó en una muestra vivencial de la experiencia de muchas personas que subían videos de lo vivido, del momento del terremoto o del tsunami. Mostrando la magnitud del movimiento telúrico, del impacto del mar sobre una ciudad y de la desesperación de las personas. Compartir las emociones y mostrar a través de una cámara todo aquello que se movía alrededor. Trasladar al observador del video hacia otra realidad y lugar.

Las redes sociales que han tenido un largo periodo de auge, de presencia y visibilidad por su enorme capacidad de unión, vinculación y coordinación, en esta ocasión cumplieron su propósito. Muchas personas se reunieron y viajaron juntas, personas que mucho, poco o nada se conocían, pero sentían que en este momento las unía un deber ciudadano y humano.

Compromiso Real - Virtual

En general, al crear un grupo o tratar de generar una comunidad utilizando alguna red social o plataforma web para su realización, canalizamos todas nuestras energías, sueños y esperanzas en que será un aporte, que generará un interés o que por lo menos tendrá algún seguidor interesado en lo que va desarrollándose o publicando.

Existe un seguimiento fantasma que se da en la red, hay personas que apoyan, muchas que siguen y que se comprometen a asistir a un evento. En la realidad las personas no cumplen con los compromisos que pactaron por internet, el apoyo virtual se convierte en “un estoy de acuerdo”, pero no en un “me comprometo con la iniciativa”.

Este seguimiento fantasma tiene muchas causas y comparándolo con lo que provocó en las personas el terremoto reciente, podemos deducir que este tipo de seguimiento se debe a falta de interés, de motivación y de sentirse “parte de”. El ser partícipe de algo, haber vivido lo mismo, ser parte de aquel miedo colectivo que se detonó instantáneamente para todos en un día, hora y a lo largo de seis regiones, es lo que mueve. Mueve el vivir y sentir lo mismo, mueve el poder ayudar al observar que otras personas quedaron desoladas y devastadas con un terremoto al cual se le sumó un tsunami. Mueve el pensar “pude haber estado ahí”. Comparativamente esta comunidad tiene mucha más fuerza, los lazos y objetivos de cada una de las personas que la componen son los mismos.

Pasar del seguimiento fantasma a un seguimiento real, pasar de ser un visitante a un recurrente, ser un ciudadano y dejar de ser extranjero en participación en tu propio país. Con la necesidad de reunión, de ver al otro para comprender que es lo que sucede en la vida del otro.  
Las comunidades virtuales son mas bien un sistema de interacciones en las que podemos participar, por la necesidad de opinar o de comentar. Existen pocas comunidades virtuales que unen, que establecen objetivos colectivos y que generan acción. La gran mayoría tiene explosivas y numerosas visitas al comienzo, entusiasman y motivan, pero al pasar los días, semanas y meses se van haciendo escasas las visitas, se transforma en un diario de vida, de pensamientos o de conocimientos adquiridos, se transforma en un medio de opinión pero no de debate, en un espacio inexistente que es levantado por la voluntad y deseo de una persona.

Las comunidades reales tienen la potencia de la reunión de las personas, la eficacia de la conversación, la fortaleza de crear acuerdos, el poder de observar la emoción del otro y la capacidad y energía de realización. Para construir una casa se requiere personas trabajando en ello, coordinando y consensuando. Para formar una familia se necesitan personas conformándola. Para reconstruir una ciudad, se necesitan a muchas personas construyendo, guiando, trasladando y escuchando. 

Por Mariluz Soto Hormazábal


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